La entrada de aquí abajo sobre el fiasco de la cumbre de Copenhague me ronda la cabeza desde antes de su comienzo (hace casi tres semanas). Y me decido a escribirlo justo ahora: el fin de semana en que se supone estoy estudiando para obtener mi certificación de la Financial Services Authority (me examino el martes por la tarde y me he jugado una botella de vino con Arnaud a que la apruebo).
Esto se llama procrastinación, es una de las pocas disciplinas en la que sobresalgo al resto de los mortales, y para abundar en el asunto: ya lo habíamos comentado en este blog hace algo más de un año.
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