miércoles, 22 de octubre de 2008

Concentración pre-examen: La Traviata de Verdi

Ayer, por primera vez hice caso de un consejo que mi padre me ha venido dando desde pequeño: el día de antes de un examen, en lugar de estudiar, hay que ir al cine a relajarse y no abrir un libro.

Bueno, yo ayer, víspera de mi mideterm de Microeconomía, me fui a la ópera. Tania, una compi del Master of International Affairs de SIPA me invitó a ver el estreno de La Traviata en el Met. Tania es una de las pocas españolas que hay en esta escuela, es de Madrid (aunque no es culpa suya) y ha trabajado para la ONU, bajo varias de sus marcas, en varios países africanos: España, Mauritania, Djibuti... La verdad es que no sé muy bien lo que le van a enseñar de International Affairs, porque con ese currículum debe de saber ella más que los profes. Pero a mí me viene muy bien que esté por aquí, porque está ayudando a este pardillo en la ardua tarea de integrarse en SIPA.

Total, que después de perder la tarde en la biblio intentando hacer algunos problemillas de Teoría de Juegos, a pocos minutos de las 20h (para variar) estábamos entrando en el Metropolitan Opera House, en el Lincoln Center, en Broadway con la 66th (metro directo desde la biblioteca de SIPA, para más señas).

Impresionante edificio racionalista de los 60, con cristaleras enormes y sus característicos arcos, impresionan al entrar los dos inmensos murales de Chagall. La decoración en rojo chillón y mármol, junto con el edificio, han envejecido muy bien, al contrario que mucha de la arquitectura de años posteriores. 3.800 asientos hacen de él uno de los auditorios de ópera más grandes del mundo, en todos los sentidos.

La sala principal es impresionante, y desde arriba (sí, somos estudiantes) produce vértigo contemplar aquella enormidad mientras las lámparas de fantasía futurista setentera, al tiempo que suben como por arte de magia hasta quedar pegadas al techo, bajan la intensidad de la luz dejando la sala de color rojo chillón en una penumbra amoratada.

Empieza la obertura y la música se oye fenomenalmente bien: una acústica impecable. Se levanta el telón y empieza el bel canto. Se oye también perfectamente: y tampoco sé si los solistas son muy buenos o es de nuevo la acústica. El caso es que la cuando la Violetta de Verdi empieza a cantar, siento escalofríos por la espalda. De nuevo me pregunto si es el chorro de voz de Anja Herteros o que los gilipollas éstos se han dejado el aire acondicionado en marcha otra vez!

Simplemente maravilloso. ¡Gracias Tania!

Ya de vuelta a casa, no cumplo con la segunda parte del consejo de mi padre, y estudio hasta las 4 de la mañana, casi todo lo que me faltaba por mirarme de la asignatura. El examen me ha ido bien.

1 comentario:

Rubén dijo...

Quina enveja, de veritat...
Almenys ho podem "veure" pels teus ulls. Disfruta-ho per nosaltres!