viernes, 22 de julio de 2011

Original Soundtrack (15): Dia 11 - Live and Let Die at the Yankee Stadium

Casi por casualidad y, en todo caso, gracias a la insistencia de Marcin asistí el viernes 15 de julio a uno de los dos conciertos que Paul MacCartney ha dado en NYC este mes. Marcin, Jago, Bibi y yo llegamos al Yankee Stadium, en el Bronx, unos 15 minutos tarde. Era mi segunda vez en el impresionante estadio, y en esta ocasión estaba aun más lleno si cabe.

Desde lo alto de la tribuna veíamos el enorme escenario bastante pequeñito, afortunadamente flanqueado por dos pantallas cual columnas de Hércules y que permitieron a los miopes ver la jeta al ex-Beatle.

Sin teloneros, salió Sir Paul a escena a eso de las 20h30 y con algún guiño a los Beatles intercalado interpretó esencialmente canciones de sus etapas con los Wings y en solitario. Una banda joven pero brillante, con un batería encorbatado que además era el animador del cotarro y dos guitarristas que podían ser sus hijos o nietos. Un líder que se quitó la chaqueta a la cuarta canción y que cambiada de instrumento cada tres o cuatro piezas: bajo, eléctrica, ukelele, piano de cola, acústica...

Al cabo de algo más de una hora y media empezó a tocar más Beatles: Eleanor Rigby, Ob la di, Get back, Let it be, Hey Jude... el truco que nunca falla: todo el estadio en pie, cantando y bailando a los Beatles, escuchando a uno de ellos, casi el último, en vivo. Mucha emoción, lo cual hoy en día no se traduce en gente ondeando mecheros, sino en todo el mundo sacando cámaras, iPhones, Blackberrys y poniéndose a grabar. Es mucho menos romántico, pero debo reconocer que desde atrás, ver miles de pantallas todo tipo de gadget con cámara, moviéndose al ritmo de la música, también es bastante emocionante. Un momento genial, histórico. Quizás estuvo de más un homenaje a John Lennon un poco traído por los pelos.

Aunque se le veía cómodo en el escenario, pensé que la vuelta a los viejos hits del casi septuagenario significaba el principio fin del concierto. Y efectivamente, a las dos horas justas del inicio del concierto, con Live and Let Die llegó la apoteosis final, fuegos artificiales incluidos. Véase una muestra cortesía de una de esas lucecitas que veía yo desde la tribuna:



Pero no fue así, el Beatle zurdo se lo estaba pasando bien, había luna llena y era su primer concierto en NYC, de manera que tocó un par más y no se hizo de rogar mucho para salir a por los primeros bises, que fueron cuatro o cinco. Para los segundos se hizo rogar un poco más. Pero lo que sí nos costó fue hacerle salir una tercera vez. Entonces, con la voz rota, y solo acompañado por su guitarra acústica nos regaló Yesterday.

69 años. Tres horas ininterrumpidas de concierto. Un portento, una fuerza de la naturaleza.
Y un repertorio de números uno que podría haber durado 3 días en lugar de 3 horas.
Magnífico, qué buena idea Marcin.

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