martes, 8 de diciembre de 2009

Mi derecho a no leer

Breve, corta, escasa, reducida, apocada, tímida.

Más bien exigua. Realmente insignificante. Prácticamente despreciable.

Ridícula, raquítica, anoréxica.

Sólo seis en casi 18 meses. Uno al trimestre.

Me refiero a mi lista de lecturas desde que empecé este blog. Aunque alguna me debo haber olvidado, he intentado poner todos los libros que me iba leyendo en uno de los recuadros de la columna de la derecha. Excepto en periodo de vacaciones, normalmente leía sólo papers, libros o prensa por razones académicas, vicio o pura curiosidad. Ahora, trabajando, vuelvo a tener un poco más de mi tiempo, o al menos sufro una rutina más definida, incluyendo dos trayectos diarios de metro de 12 minutos.

Sin embargo, esto no es excusa. Quien no lee es porque no quiere. Porque no lo quiere lo suficiente: porque no roba tiempo al tiempo, a otras actividades que, por superfluas e intelectualmente vacías que sean, terminan siendo prioritarias y acaparando los recursos, flexibles pero finitos, de que disponemos. Es nuestra propia elección de tareas y escapadas rutinarias o extraordinarias. Y es perfectamente legítimo.

He tenido que leer un libro sobre la propia lectura ("Comme un roman", de Daniel Pennac, 1992), para asumirlo. Y para hacer propósito de enmienda.

En este simpático ensayo, lleno de buenos sentimientos, agradable de leer, reconfortante y que nos reconcilia con la etapa de nuestra infancia en la que devoramos libros, y nos llena de buenos propósitos (y para muestra, yo mismo y mi mecanismo), Pennac, profesor de instituto, explica el finalmente no tan arduo trabajo de inculcar (más bien despertar de su letargo) el gusto por la lectura a sus adolescentes.

El libro termina con un decálogo de derechos imprescriptibles del lector, que detallo seguidamente en traducción libre:
  1. El derecho a no leer
  2. a saltarse páginas
  3. a no terminar un libro
  4. a releer
  5. a leer cualquier cosa
  6. al Bovarysmo (enfermedad de transmisión textual)
  7. a leer en cualquier sitio
  8. a "picotear"
  9. a leer en voz alta
  10. a callarnos
Y termino esta entrada con las lecturas (empezadas, por empezar o de cabecera) que acumulan polvo encima de mi mesita de noche desde hace meses mientras esperan mi atención. Y que pese a mi euforia actual, quizás continúen haciéndolo:
  1. "1984", Georges Orwell, (1949, en español)
  2. "The Arab-Israeli Conflict", Kristen E. Shultze (1999)
  3. "Travels with Charley in search for America", John Steinbeck (1962)
  4. "Chansons pour elle et autres poèmes érotiques" Paul Verlaine (1889)
  5. "London City Guide", Lonely Planet (2008)
  6. "Shake hands with the devil", Roméo Dallaire (2003)
  7. "Persepolis", Marjane Satrapi (2000-2003, en inglés)

1 comentario:

Albert dijo...

Ciertamente, si tu has leído n, yo he leído 1/n... y pese a que mis requerimientos formativos actuales son un motivo inmejorable, sigo con mi tónica de leer poco (Wikipedia a parte...) o nada. Y es que yo soy más de películas. 1984 la he visto, y ya sé que no es lo mismo que leer el libro...