Este viaje, uno de los clásicos por Estados Unidos, es una idea con la que jugué mucho tiempo y que cristalizó de una manera particular. Finalmente, los componentes de la expedición, todos ellos compañeros del MIA (otro master de SIPA), fueron:
1) Alison Hare, colombiana de Tejas o estadounidense de Colombia;
2) Isabela Echeverry, colombiana-colombiana ya mencionada en este blog;
3) Rachel Sorey, compañera mía de aventuras y de piso Isabela;
4) Tore Langhelle, noruego feliz y acostumbrado a los viajes de acampada
5) Daniel Green: canadiense de Toronto (pronúnciese Touo’no) que habla castellano con acento argentino y cedió “su” isla para la concentración pre-road trip.
6) Miguel Posada, el colombiano impasible, contingente y necesario;
7) and last but not least, Manel Avellà, servidor de Dios y de usted, instigador del viaje, de media 3 ó 4 años mayor que los arriba citados, pero afortunadamente mucho más inmaduro.

Restricciones de todo tipo – tiempo, coste, gente… – modificaron el plan original para hacerlo más asequible en todos los sentidos, pero básicamente para que no nos diera un infarto durante las vacaciones. Finalmente este fue nuestro viaje:
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Se cayó Bryce Canyon y parte de las visitas en la reserva de los indios Navajo (Arizona), y se cayo también la vuelta desde San Francisco y Las Vegas, perdiendo así Death Valley y Sequoia National Park. Se mantuvo Yosemite y ganamos una visita de un día a Catalina Island (enfrente de Long Beach, Los Angeles) y un recorrido por los viñedos de Sonoma Valley, al norte de San Francisco (recordad el mítico Falcon Crest).
En total entre Alison, Dan y yo hemos conducido unas 2,600 millas (4.200 km) en un Chrysler Town & Country de 2008 que bautizamos Latoya y que a todas luces fue demasiado justo para 7 pasajeros y 15 días de viaje.
Cuando estábamos en National Parks o en National Forests, dormíamos en tienda de campaña – siempre en campgrounds (campings gestionados por el gobierno), estupendamente localizados y muy organizados. El resto del tiempo tomábamos una (al principio) o dos (al final, ya más hartitos) habitaciones de motel de carretera, y nos metíamos todos sin declararlo. En Los Ángeles nos quedamos dos noches en casa de Dave, el primo de Alison, y en San Francisco dormimos una noche en casa de Olivia, otra compañera de SIPA que no estaba en el viaje.



Lo más mítico del viaje es sin duda el Grand Canyon, Yosemite, la highway 1 entre Cambria y Carmel, el tramo de la Route 66 entre Williams y Kingman, San Francisco, ahí van unas fotos:
Yosemite National Park:
Excursión en Grand Canyon:
Antelope Canyon, en la Navajo Nation:
Sin embargo, no para olvidar, pero lugares innecesarios o para no repetir: Las Vegas, Los Angeles y las feas horas de autopista entre L.A. y Yosemite.
Una sorpresa, los viñedos de Sonoma, gente muy profesional que ha aprendido mucho de vinos, que aprovechó las plagas de los años 80 para cultivar una uva más adecuada con más cariño y savoir faire y que producen un vino que contrariamente a mi desinformado y tendencioso parecer, es muy respetable y de gran calidad. Visitamos varias bodegas e hicimos varias catas, y en general las bodegas son nuevas y muy bien cuidadas: Baste con decir que sus aspecto es más higiénico que los hospitales de NYC:
Un viaje magnífico, pasando por cuatro estados distintos – Nevada, Utah, Arizona y California – grandes ciudades muy diferentes – San Francisco, Los Angeles o Las Vegas – e infinidad de pueblecitos de carretera, de montaña o en medio del desierto, y que me ha permitido constatar cuan grande y diverso es este país, la enormidad de sus recursos naturales
Sin embargo, no para olvidar, pero lugares innecesarios o para no repetir: Las Vegas, Los Angeles y las feas horas de autopista entre L.A. y Yosemite.
Una sorpresa, los viñedos de Sonoma, gente muy profesional que ha aprendido mucho de vinos, que aprovechó las plagas de los años 80 para cultivar una uva más adecuada con más cariño y savoir faire y que producen un vino que contrariamente a mi desinformado y tendencioso parecer, es muy respetable y de gran calidad. Visitamos varias bodegas e hicimos varias catas, y en general las bodegas son nuevas y muy bien cuidadas: Baste con decir que sus aspecto es más higiénico que los hospitales de NYC:
Un viaje magnífico, pasando por cuatro estados distintos – Nevada, Utah, Arizona y California – grandes ciudades muy diferentes – San Francisco, Los Angeles o Las Vegas – e infinidad de pueblecitos de carretera, de montaña o en medio del desierto, y que me ha permitido constatar cuan grande y diverso es este país, la enormidad de sus recursos naturales
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