domingo, 8 de febrero de 2009

Self-reconciliation

Un fin de semana mal aprovechado: fiestas jueves, viernes y sábado hasta las tantas, pero sin el mayor interés (a lo mejor simplemente no estaba de humor), levantándome tarde y cansado por un interminable principio de trancazo (y que no se termine, please. Que se disuelva, como las manifestaciones). Horas de estudio en la biblioteca muy poco productivas (ya no sé si es mejor estudiar solo, o estar acompañado ayuda) y ninguna actividad reseñable más que la interesante y optimista peli Slumdog Millionaire* en compañía Morgane y parte de la escuadra de la banca francesa en NYC. Todo ello en un fin de semana de tiempo espléndido: sol y temperaturas por encima de cero grados!

Con malos humores y sentimiento de culpabilidad (sí, esta moral judeo-cristiana que en mala hora compramos) llego al domingo a mediodía. Y entonces un simple detalle, salir a correr por Central Park, con el sol de y en la cara (y sin necesidad de guantes), sirve para catalizar algo de buen humor. El "buen" tiempo, la cantidad gente que pasea/corre por el parque, los lagos helados, el sol frío pero brillante, la naturaleza, combinados con un poco de sudor y dolor en los músculos es una terapia estupenda.
El recorrido es básicamente la vuelta a Central Park por la carretera principal (aun no me lo conozco lo suficiente para correr por los más blandos y saludables caminos de tierra): unos 10 km (6,5 millas) en algo menos de una hora. Otra de las ventajas de vivir en la esquinita noroeste del parque. Aquí tenéis el plano del recorrido.

Al no correr acompañado (Bernie y Maribel ya salieron ayer), me he llevado el iPod, imprescindible elemento para correr en NYC si uno quiere parecer creíble**. Y la música acompaña. Como lo pongo en modo Shuffle (úsease, aleatorio) sale cualquier tipo de música que tenga en el trasto, desde los Fraguel hasta un discurso falangista, pasando por suites de Bach, ABBA, cançó, merengue e incluso música disco de los 80 (ya sabéis que soy un carroza).

Pero me he dado cuenta de que el ritmo y la amplitud de la sonrisa depende bastante de la música. Y después de varias pruebas, he encontrado la que va mejor a mi ritmo en pista. Sorprendentemente no se trata de música disco o algo heavy con mucho ritmo, sino de música algo más de ir por casa, con ritmos más clásicos, panderetas, acordeones (y no penséis que son "los éxitos de la Tuna de 1967", porque ese CD no lo tengo y mi alergia no me lo permite). Me refiero a cosas en plan polka, más menos este tipo de cosas. Creo sinceramente que la polka está muy infravalorada en nuestros días y tenemos que ser todos más conscientes de la riqueza de registros y la fusión cultural que se esconden en este género.

Hoy por ejemplo, el momento en que corría más rápido y mi sonrisa era más grande ha sido durante Mallorquins i Catalans, de Tomeu Penya. La gente con la que me cruzaba se me quedaba mirando, entre sorprendidos y divertidos, por mi sonrisa y las eses que hacía al ritmo de la música.

De vuelta a casa, me dolían los gemelos y se me había pasado el mal humor. Y me había reconciliado conmigo mismo.

*Nota: No descifro nada de esta correcta película. Y recomiendo que vayáis a verla como yo, sin ni siquiera haber visto la cola (así llaman los argentinos al trailer)

**El footing en NYC es toda una cultura urbana, con sus ritos y sacramentos, que merece un post a parte. Por cierto, footing no quiere decir nada en inglés.

1 comentario:

Albert dijo...

Yo he vuelto a correr despues del paron invernal. El primer dia, 5km, me resulto un tanto arduo. A veces es mejor no dejarlo, aunque se te congele el moquillo. Pasas frio, pero el sufrimiento de la vuelta es menor; mejor dicho inexistente, dado que no hay vuelta. Ahora tendre que volver a acostumbrarme a la falta de aire y el corazon en la garganta... fijate tu!