domingo, 22 de abril de 2012

Indignación y catarsis

indignación.
(Del lat. indignatĭo, -ōnis).
1. f. Enojo, ira, enfado vehemente contra una persona o contra sus actos.

Oímos mucho hablar de indignación. Y somos partícipes: casi todos nos ponemos de mala leche cuando se habla de corrupción, recortes, cuando vemos amigos que se van al paro, o familiares a quienes les bajan el sueldo mientras bancos o eléctricas siguen batiendo récord de beneficios o nuestros gobernantes rinden pleitesía ciega y boba al sacrosanto mercado.

Es un sentimiento generalizado en estos tiempos aciagos. Pero también se ha hablado mucho de cómo canalizar esa indignación, cómo obtener algo útil de ella. No tengo la respuesta. Ni siquiera sé cómo plantear correctamente la pregunta. Lo que me parece claro es que esta impotencia, no hace más que incrementar la indignación, y que a más indignación, más impotencia todavía...

Círculo vicioso éste difícil de romper. Hay claros intentos de salir de esta espiral de mala leche, algunos colectivos como el movimiento 15-M y similares, los cambios de gobierno en toda Europa o la aparición de nuevos partidos... y también a nivel personal: cambios de trabajo, de país o militancia política activa, por ejemplo. Sin embargo me da la impresión de que no hemos llegado aun a ningún sitio, y que esa espiral negra, esa dinámica negativa y paralizadora, sigue ensombreciendo los pensamientos y las vidas de los ciudadanos de bien.

A menudo pienso en cuál es la solución, y a veces incluso en qué papel podría jugar yo para activarla, provocarla, desencadenarla... cómo alcanzar esa catarsis colectiva que limpie los espíritus y ponga a toda la sociedad a trabajar en la misma dirección (hopefully la correcta).

Pero de momento sólo me inspiran unos poco ejemplos de catarsis individual. Y este es uno de ellos. Disfruto como un enano con este vídeo de un presentador americano perdiendo el oremus en su programa, clamando por un cambio radical en la política estadounidense y por la creación de un banco público con el dinero los defraudadores y la banca de inversión. Lo recomiendo como terapia de choque contra el embotamiento (en inglés subtitulado al castellano):



¿Os imagináis un periodista o político español poniéndose de esta guisa y a la vez con un discurso tan articulado? Yo no. Quizás Ratigan sobreactúe, quizás sea todo una estrategia de marketing para salir en internet. Sin embargo, tras ver el vídeo se me queda este sentimiento dulce de euforia que invita a hacer cosas. Tales como escribir este post. O como comprar un dominio en internet para escribir más seriamente sobre este tipo de cosas. O como apuntarme a clases de saxofón...

Ahora sólo falta que todos encontremos nuestra catarsis, nuestra terapia y que la euforia creadora resultante sea colectiva, para transformar la indignación general en (re)acción firme y ordenada, en movimiento real.

Mientras, yo sigo poniéndome el video cada semana.

No hay comentarios: