martes, 2 de diciembre de 2008

Brubeck in the village

EL LUGAR: un local pequeño, con techos bajos, mesas estrechas y apretadas. Decoración de puticlub setentero con paredes de espejo y acolchadas en piel de color azul-morado. Muy incómodo y lleno muy por encima de una aforo razonable. Eso sí, un sistema de sonido impresionante. Es el legendario Blue Note, en el Village. Y en él, Tania, mi hermano Jaume y yo, preparados para asistir a un milagro...

CUATRO PROTAGONISTAS, el Dave Brubeck Quartet:

A la batería, bastante encorvado por estar sentado en un taburete excesivamente alto, Randy Jones, con una gran melena blanca, gafas metálicas, luciendo una beata y permanente sonrisa. Parece tener la movilidad algo reducida y toca la batería sin despeinarse, como los grandes maestros: ni un ademán, ni la más mínima mueca... Un más que digno sustituto del mítico Joe Morello, autor de algunos solos de batería legendarios.

Al saxo alto, un señor bajito, Robert Militello, suple su falta de altura con las otras dimensiones: vamos que parece un tonel. Pelo escaso, dificultades para moverse, toca con resolución pero sin muecas, sin aparente esfuerzo, como si ya hubiese tocado todo lo que tuviese que tocar. También debe ayudar el tener una caja torácica del tamaño de una cabina de teléfono. Físicamente parece la antítesis del original saxo del cuarteto, el legendario Paul Desmond.

Al contrabajo Michael Moore, larga melena y barba blancas, parece un hippy ibicenco trasnochado vestido de traje para un bautizo. Mascullando algo mientras pellizca las cuerdas, sufriendo espasmos al ritmo de la canción, toca casi como su le estuviese haciendo el amor a su instrumento.

Finalmente, Dave Brubeck, 88 años (los cumple el seis de diciembre, en menos de una semana), menudo por el peso de los años, con sus gafas de pasta negra, necesita ayuda para subir al escenario y sólo le sale un hilo de voz al presentar el concierto en este lugar tantas veces visitado. Se sienta al piano y se transforma en un gigante, dirige a los tres anteriores sentado detrás del piano de cola abierto, con firmeza pero con la delicadeza del piano bien llevado en Jazz (la mayor parte del tiempo se oye, pero no se escucha).

Y empieza la magia. El momento culminante es Take Five, el mayor éxito de Brubeck (compuesto por Desmond, en 1959). El nombre le viene del extraño y vibrante ritmo en 5/4, algo casi experimental en su época. Es siempre hechizante observar al batería en este tipo de ritmo, porque a servidor siempre le queda algo por comprender. Y el cabrón no pierde el ritmo ni un segundo! Atentos a este video de 1961, cuando la canción llegó a lo más alto de las listas de éxitos, en pleno auge de esa nueva música called Rock.


Para los profanos (like myself), esta es una de las melodías más clásicas del jazz. Y el solo de batería también es uno de los más conocidos. Disfrútenlo amiguitos. Yo ya lo hice. Y si no, miren esta foto:

2 comentarios:

Albert dijo...

Joder, cada dia te envidio mas. Yo que creci con la pasión por el Jazz de mi padre. Algun dia yo tambien ire a Greenwich Village; maintenant a pringar como el resto de currantes. Sigue enviandonos joyas como esta, que me recuerdan viejos planes pendientes olvidados en un mar de adiccion al trabajo. Y como murmuraban a los generales victoriosos en Roma, recuerda que toda gloria es pasajera. ¡Con eventos de tal calibre a mi me resultaria impensable volver al trabajo!...

Anónimo dijo...

Hello!!
Se ha perdido Jaume por el Soho? Este finde vienen amigos, asi que..party!Os apuntais?