martes, 16 de diciembre de 2008

Los taxis de NYC

Algo maravilloso de esta ciudad es el servicio de taxis, los famosos yellow cabs. No importa dónde esté uno ni qué hora sea, casi seguro que en menos de 15 segundos pasa alguno de los 13.000 service cars con su número de licencia encendido, indicando que está libre.

Son casi todos el Ford modelo Crown Victoria (como los coches de la poli), aunque hay varios modelos aprobados por la Taxi & Limousine Commission. Prácticamente no he visto coches privados de este modelo, parece que lo hagan exclusivamente para los taxis o la policía. Son coches enormes, el conductor va siempre detrás de una mampara y es indefectiblemente extranjero.

Pueden ser de cualquier lugar, pero hay mayoría de africanos o hindús y similares. Generalmente no dan conversación, yo creo que muchos apenas chapurrean el inglés. Es más, como aquí hay muchos contratos de telefonía móvil con tiempo ilimitado, casi siempre se pasan el día (sí, sí, el día) hablando con alguien de su familia con el bluetooth, en una llamada que puede durar horas. Los coches casi nunca son suyos (la licencia cuesta una barbaridad), y son empleados, con sueldos que supongo bajos, que hacen más horas que un reloj. El taxi nunca para, se turnan para que el coche esté funcionando 24 horas al día 7 días a la semana. ¡Por eso siempre se encuentra alguno libre! (y por eso nunca se ven aparcados...)

Además, muchos conducen mal. Incluso los más resistentes al mareo (como yo, modestia a parte) terminan con el estómago revuelto. Para ganarse algún dólar de propina, quieren dar la impresión de que van lo más rápido posible, y no paran de dar acelerones. Por ejemplo, en las largas avenidas los semáforos están sincronizados para que a una velocidad moderada no haya que frenar. Pues éstos tíos aceleran mucho y luego dan un frenazo, sin llegar a parar, hasta que el semáforo de pone verde.

Imaginad desde el West Village (11th Street) hasta mi casa (110th Street), hay unos 100 ciclos de estos. Y aunque se sujete bien, al cabo de unas cuantas calles, uno se encuentra peor que los Martinis de James Bond: agitado y removido. Cuando se va solo en el taxi, es habitual terminar en el lado opuesto al sitio donde uno se ha sentado. Y aun peor son las cosas que llevas: el teléfono ya está por el suelo, el paraguas debajo del asiento... y como a la hora de salir uno siempre tiene prisa por si acaso echa la papilla dentro el taxi, pues así se explica que se pierdan tantas cosas en los taxis de NYC! Y que conste que lo digo por experiencia propia: De cómo quedarse incomunicado nada más llegar a un país extraño.

Un par de ejemplos:

El taxi que tomé el sábado con Jaume para volver a casa justo antes de que él se fuese al aeropuerto fue bastante divertido. El conductor era de Liberia, y estaba aprendiendo francés. Pues en la radio tenía un método de francés, y con la mano que no se usa para el volante (coches automáticos...) llevaba el libro y se dedicaba a pronunciar en voz alta las palabras que leía y que luego repetía el cassette: Demain..., demain. Quatre..., quatre. Précis..., précis... y así leyendo con un ojo su método (aprenda francés en 40 lecciones), mientras con el otro controlaba el taxi de delante para pegar el frenazo siempre a menos de dos palmos de su parachoques. Un viaje cuando menos, emocionante.

Para venir de JFK el domingo pasado, Guillermo, Jose e Íñigo estuvieron compartieron no sólo trayecto, sino también mantel con un hindú que estaba comiéndose su ración diaria de pollo al curry y arroz mientras conducía por el autopista a 70 mph. Pas mal.

[mañana Micro por la mañana y Accounting & Finance por la tarde]

1 comentario:

Anónimo dijo...

Suerte con los éxamenes!
Si quieres te ayudo a hacer chuletas ;)
P.D: Yo no cojo un taxi sin haberme tomado una biodramina antes.