Venía a decir Vila-Matas "cuando se ha vivido en París ya no se puede vivir en ninguna parte, incluido París". El entrecomillado aquí es un licencia literaria porque no recuerdo cuál era la frase exacta. Sin embargo describe bien esa sensación que sentimos en los reencuentros, cuando volvemos a un antiguo amor.
Segundas partes nunca fueron buenas, decía el aprendiz de poeta. Y es cierto: los defectos que al principio ni veíamos y que más tarde tolerábamos felices, devienen lo más evidente en el reencuentro (o más bien desencuentro) posterior.
Así le ha ocurrido a Carlin en su reciente visita a NY. Y de alguna manera yo también he experimentado ese rechazo, aunque de manera un poco más equilibrada. Como dicen los americanos, con mixed feelings, o en cristiano, sentimientos encontrados.
Cierto es que he redescubierto muchas de las cosas que hacen grande esta ciudad infinita, la capital del mundo. Pero cada vez me resulta más evidente que la estructura del edificio socio-económico de este país, que ha servido y sirve de modelo a todo el mundo conocido, está podrida; que las bases que sentaron en su día para crear la sociedad más progresista y moderna del mundo han sido manipuladas, mancilladas por un poder económico que sustituye al antiguo poder feudal pero que mantiene el derecho de pernada para con sus vasallos, ahora llamados empleados, contribuyentes, clientes o consumidores.
Y sin embargo me quedaría otro mes.
Aquí va la nota de Carlin, en español: Desamor neoyorquino.