martes, 21 de diciembre de 2010

Personaje B: la universidad para esto...

Nuestro personaje B pertenece a la generación constitucional, por no decir post 23-F, y proviene de una familia de esa clase media que se fraguó entre el desarrollismo del tardo-Franquismo y el inicio de la democracia; Inmigrantes domésticos y conscientes del duro y largo camino a la prosperidad (que el espejismo de la burbuja inmobiliaria nos ha hecho olvidar a muchos), cristalizan su inquietud social y política mediante una modesta actividad política no profesional, en esa escala suficientemente pequeña que todavía hace albergar esperanzas por la política en este país. Pongamos el marco en algo un poco entre los Alcántara de Cuéntame o esas generaciones de Montillas y Corbachos

Siguiendo el modelo nacional de la democracia, B benefició del sistema educativo español y engrosa ahora las filas de los titulados universitarios españoles a quienes no satisface ni el trabajo y ni la vida que cinco años de estudios y la sociedad ponen a su disposición. Pasa unos meses por Londres con la excusa de aprender inglés, se gana la vida sirviendo cafés en una cadena de cafeterías por un sueldo ridículo, y vive una experiencia intensa: el desvirgamiento, la primera erasmus.

Pero el sentido común y el camino más transitado son poderosos y vuelve al redil. Tras un corto tiempo por el recto camino, como buen culo de mal asiento, a B le pica el gusanillo y decide hacer algo diferente. Se enamora de Cuba y de los cubanos y decide dejarlo todo por la aventura. Aventura que, como muchas veces, no sale del todo bien o no es sostenible. Vuelta a casa y siga buscando.

Efectivamente, una vez la inquietud se instala en uno, es difícil ignorarla o domarla, y la cabeza sigue pensando en maneras y pretextos para conseguir la adrenalina de largo recorrido que supone la aventura en el extranjero o del camino menos transitado (que me lo digan a mí).

Surge entonces una oportunidad. Siempre las hay, para quien las busca. Enseñar su lengua en una pequeña comunidad en lo más profundo de los Estados Unidos con un visado especial para individuos con habilidades únicas (la lengua en este caso). La vida en la América Profunda es agradable pero no exenta de aventuras de todo tipo. Es una época feliz. Pero la política migratoria estadounidense es bastante dura (como las Europea, by the way). Y la experiencia toca a su fin irremisiblemente.

Sin embargo hay una posibilidad de renovación. Algo que B quiere intentar. Los procesos burocráticos son largos y tediosos, y a veces exigen plazos poco razonables. De manera que mientras espera a que se le conceda un nuevo visado E-1 para gente con "special skills", y después de unos meses en casa, nuestro personaje, ni corto ni perezoso decide volver a Londres para seguir viendo mundo y gente. Su actividad alimentaria, también en el sector servicios, esta vez se desarrolla en una tienda de ropa perteneciente a una gran cadena internacional, y su sueldo es igual de ridículo que lo fue en el pasado. Apenas lo suficiente para pagarse el (carísimo) alquiler, el sustento básico y algunos caprichos como las salidas a bares de salsa en las que nos encontramos a veces.

B está en Londres en tránsito a ninguna parte, buscando y esperando ese algo indefinido, lejano y prácticamente inalcanzable con el que muchos soñamos, que algunos se atreven a perseguir y unos pocos (dice la leyenda) alcanzan. Y todo por no transigir con el modelo habitual, el que todas las suegras quieren para sus nueros y yernas.

Decía Cavafis (a quién leo por fin sin las muletas del maestro Llach) que lo importante no es llegar a Ítaca, sino la aventura del viaje hasta la isla.

A veces el viaje parece jodidamente largo y no hay Tom-tom que valga.

Ánimo.

1 comentario:

Unknown dijo...

Manel, no me digas que ya sabes griego? Para cuando el latín? :)

A ver si me das tu bb pin, y chateamos cuales post-adolescentes sobre Penelopes y Ulises...

Abrazo,

David