miércoles, 22 de diciembre de 2010

L'italiano é molto facile e divertente...

Famosa frase ésta de aquel anuncio del curso de Italiano de Planeta DeAgostini. Hay alguna otra por ahí aun más ridícula, como la del anuncio de Cappuccino de Néscafé, donde ni siquiera es italiano lo que se habla ("Ma io non tengo auto, signorina!"). Como tampoco lo es lo que con evidente facilidad expele por la boca nuestro insigne ex-presidente don José María.

Pues yo debo de tener veleidades similares a las de Pepe Mari, porque ya en Supélec escogí italiano como asignatura optativa, junto con otras actividades igualmente importantes como equitación, bicicleta de montaña o yoga. Y aunque las clases aquellas con el Professore Cifarelli eran una broma, algo debió de quedar. Cierto es que el italiano es aun más fácil si se habla francés y catalán, y quizás por eso se me quedaron las ganas.

De manera que diez años después, en Londres, me las he arreglado para convencer a mis jefes de que el italiano es importante para mi trabajo y por eso me dan clases. Además, con un nuevo compañero, Valentino, intento hablar italiano todos los días para practicar. Incluso el mes pasado tuve varias de reuniones de trabajo en Milán que pude hacer en italiano sin demasiada dificultad.

Pero lo que me me produce más orgullo es que acabo de terminar mi primer libro (más bien librito) en italiano: "Novecento", de Alessndro Baricco. El monólogo, que dio lugar a "La leyenda del pianista en el Océano", de Giuseppe Tornatore y que fue regalo de Ester y Andrea en una visita a París allá por 2002, por fin ha caido. En un ataque de pueril vanidad, lo he puesto puntualmente en su correspondiente sección de la columna de la derecha y no he podido evitar escribir este post.

Como decía Hermida refiriéndose a los estrenos sus programas de televisión, es más importante el segundo programa que el primero. Veamos pues cuándo cae el segundo.

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