miércoles, 2 de junio de 2010

Tips: karaoke en el Royal Opera House

Estoy en el avión de Venecia a Valencia, vía Madrid. Tras un mes y medio sin escribir nada en el blog, acabo de escribir la nota anterior sobre mi visita poco más que de cortesía a La Serenísma. Y lo hago encajonado en el 22F del A319 de Iberia, al lado de la ventanilla, con las rodillas casi incrustadas en el asiento de delante y una pareja durmiendo a mi izquierda. Y lo hago con los auriculares puestos, escuchando una magnífica versión de La Traviata por la Callas que regalaron con El País hace unos años.

Probablemente el escándalo de un avión en viernes por la tarde sea uno de los lugares menos indicados para asistir a la emocionante transformación de la socialita, epicúrea y díscola Violetta en apasionada, amantísima y campestre pareja de hecho de Alfredo - como dice Zapatero, hay muchos tipos de familia.

Y todo porque el lunes pasado estuve con mi amiga Mónica en el Royal Opera House viendo por tercera vez esta ópera (las dos anteriores en el Met de NYC). No puedo evitarlo, esta ópera me encanta. Ya no lloro, pero cada vez que la veo se me erizan los pelos con la pasión inconvencional de estos dos pollos. Pero lo más fuerte son las ganas de bajar del gallinero a dar de hostias al padre de Alfredo, por manipulador, metomentodo, conservador, destroza-hogares, inconsciente y egoísta. Sus disculpas del último acto nunca me convencen; ni siquiera compensa tanta mala baba y torpeza su impresionante Di Provenza il mar, il suol del segundo acto.

En esta ocasión además, por £6, (la entrada nos había costado uno £10) fuimos a la sing-along session anterior a la ópera. Yo no tenía ni idea de qué era. Imaginaba un pequeño comentario sobre algunas piezas, explicando detalles artísticos y, eventualmente, ver a los intérpretes ensayando. Pues no. Se trataba de un karaoke lírico. El director del coro de la ROH nos dio las partituras de algunos coros de la obra y nos explicaba, piano en ristre, cómo cantar los pasajes. Y luego, a repetir hasta que salía bien.

Allí la todo el mundo estaba con muchas ganas y casi todos tenían mucho nivel. Yo en cambio no sabía dónde meterme. A mí, que con diez años, en primer curso, me echaron del conservatorio por inútil, que cuando canto en la ducha mi hermano aporrea la puerta para que deje de destrozar la canción, y aquella gente pidiéndome que cante en el ROH… ¿es que no saben lo que les podría haber pasado?

Cuando los coros nos salían decentemente, el director llamó a los intérpretes de la ópera, que se plantaron enfrente de nosotros y, acompañados por el piano, ejecutaron pasajes más amplios en los que nosotros interveníamos con lo practicado justo antes, haciendo las veces de coro del elenco principal. Increíble. Os aseguro que después de algo así se asiste a la ópera de otro humor y con otra actitud.

Como dice un amigo mío, en estas cosas se reconoce a una sociedad avanzada, educada, con un nivel de progreso superior. Nos guste o no, aun tenemos mucho que aprender de los anglosajones. Tomemos lo positivo de ellos y dejemos de construir continentes impresionantes para luego no acertar con el contenido o siquiera asegurar su simple funcionamiento. De esto sabemos un rato en Valencia.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola Manel! Supose que quan lliges el missatge ja no estaràs per València, però, setze anys més tard, tampoc no hi ha pressa!
Sóc Maribel! Em va fer molta il·lusió trobar-te de casualitat. Veig que no pares! Jo continue a València i he perdut el contacte amb tots. El meu correu és campoy_arres@yahoo.fr. Sense presses i sense compromís, si t'apeteix contar-me un poc més què és de la teua vida (encara que ho ací ho contes d'una manera molt amena!). Siga com siga, m'alegra llegir-te! Què vaja molt bé, mister Phileas!!