sábado, 19 de junio de 2010

Mi nuevo juguete

Tengo un nuevo juguete. Desde hace un par de meses poseo una bicicleta. Una Charge Plug modelo 2008 en bastante buen estado, comprada de segunda mano, por menos de la mitad del precio original a alguien que posiblemente la había robado. Aquí va una foto de catálogo de Antonia, la misma que tengo de fondo de pantalla en mi teléfono móvil:

Me decido a escribir este post porque esta semana, por primera vez desde que la tengo (mediados de marzo, justo antes de ir a Colombia), he ido a trabajar todos los días en bicicleta. Pertrechado con mi casco y una cazadora rojo chillón, tardo unos 20 minutos en hacer el recorrido entre la puerta de casa y el garaje de la oficina por un recorrido que evita al máximo calles concurridas.

Es justo lo mismo que tardo en tube, pero con menos calor y apretones, y ahorrándome los ₤1.80 por trayecto (a este paso, cuando la haya usado unos 60 días, estará amortizada). Además, me da el aire, me despierto por la mañana y hago incluso un poco de ejercicio – la cantidad mínima diaria recomendada por Fuster para evitar problemas cardiovasculares y de cualquier otro tipo.

Lo cierto es que al principio estresa un poco circular en bici por Londres, pero uno se acostumbra rápido. Sobre todo porque hay muchísimas bicis que hacen legión y los conductores motorizados están acostumbrados. Realmente hay una cantidad de ciclistas impresionante, algo que nunca había visto antes. Según Transport For London, se hacen 500.000 desplazamientos diarios en velocípedo, lo cual tiene su coste también en número de víctimas (nueve en 2008).

Parece ridículo que en una de las capitales menos planas, con peor tiempo, más extensas y con un excelente servicio de transporte público, la bici tenga tanto éxito. Por supuesto todo a la manera anglosajona: nada de carril bici dedicado ni, por ahora, sistema de bicis en préstamo del ayuntamiento (como por ejemplo en París, otra gran urbe ciclista), sino calzada compartida y reducción de impuestos para las compras de bicis de particulares. Y aun así sigue siendo un éxito. Imagino que los factores desencadenantes son el alto precio del transporte público o la densidad de tráfico en el centro.

Además, este medio de transporte no sólo permite conocer mejor la ciudad que el impersonal y autista metro, sino que sirve también para moverse en fines de semana y por ocio. Véanse por ejemplo aquí abajo unas imágenes de una excursión de domingo por Regent's Canal con Arnaud.


Hay algunos inconvenientes logísticos a todo esto.

La transpiración: aunque mi recorrido mañanero sea de bajada y no vaya excesivamente rápido, generalmente se transpira un poco. Tras varias pruebas y pese a las duchas que hay en la ofi, lo más práctico resulta ser ducharse justo antes de salir, ir a una velocidad moderada y cambiarse (sin ducha) en la oficina. Para ello tengo una taquilla arriba donde dejo un traje y algunas camisas. De momento los compañeros de desk (pupitre) no se han quejado, y eso que estamos realmente próximos unos a otros.

El alcohol: en una sociedad en que el alcohol es prácticamente la única forma de interacción social, no es raro terminar las jornadas de trabajo con una (o varias) pintas en el pub de la esquina. La vuelta a casa con dos litros de ale entre pecho y espalda se hace más cuesta arriba si cabe de lo que orográficamente ya es, no sólo por el peso del dorado líquido en el estómago sino también por el efecto de su componente alcohólica sobre la motricidad general. Tampoco he visto de momento controles de alcoholemia a estas horas, lo cual no es de extrañar, porque la poli también tiene derecho a emborracharse al final de cada jornada laboral, como todo hijo de vecino (inglés). Pero esto es materia para otro post.

El atuendo: procuro rodar en vaqueros y zapatillas de calle (la mayoría de los ciclistas londinenses van en ridículas mayas, chándal o pantalones cortos; y sólo unos pocos con mucha clase y aun mayor vestuario se permiten pedalear en traje de faena con corbata y todo), con lo cual mi look es relativamente decente, pero es cierto que si se tercia una salida a cenar, espectáculo o fiesterita un poco especial, no está uno en sus mejores galas para el acontecimiento. En estos casos es un poco coñazo porque dejo la bici en el curro y salgo en traje, y al día siguiente hago el cambio inverso en la oficina.

Finalmente, poder ir a trabajar en bici es un auténtico lujo para el particular, y también contribuye a aliviar el tráfico motorizado y todas sus externalidades negativas, beneficiando así al conjunto de la comunidad. Los únicos ligeramente perjudicados sean quizás las compañías petroleras y constructores de coches (qué pena), así como los conductores que deben aprender convivir con otros animales en la calzada. Me parece que no sólo es loable, sino también necesario que las autoridades (ya con métodos liberales anglosajones o a la manera colectivo-social europea) potencien el uso del ciclo como medio de transporte de masas núcleos urbanos.

En clave más local, es imperdonable, rayano en el pecado (para que me entiendan en la corporación municipal) que una ciudad como Valencia, con un clima magnífico, un tamaño ideal y una orografía perfecta para implantar este medio de transporte, se haya dedicado a potenciar el tráfico motorizado con la construcción de carísimos aparcamientos subterráneos, y haya despreciado la bicicleta durante las casi dos décadas que dura el reinado de Rita Barberá. Londres, Paris, Barcelona (incluso la improbable NYC) ya se han puesto con esto; Valencia con su complejo de inferioridad crónico llega tarde y seguramente mal. Seguimos esperando.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estamos en ello:

www.valenbisi.es

(para que te actualices y veas las novedades) ;)

Unknown dijo...

Muy bueno el post, y muy detallado. Como trabajador ciclista, me solidarizo con tus hazañas y pensamientos.

Añadiría además que con ducha y taquilla estás de vicio. Yo hago lo mismo, pero como la taquilla está una punta de la oficina y la ducha en otro, acabo haciendo lo que tú. Ducha, camiseta y cambio. Además, tiene lo bueno que si te caes no jodes un traje.

Ahora falta que lo hagas también en invierno, que es cuando tiene mérito. Un chubasquero y un pantalón impermeable y serás el amo :)

Por cierto, me ha gustado la cuñita final. Me pregunto si todo el post no será una excusa para la misma :))