Pese a ser un sitio bastante pijo para Colombia, la comida es bastante barata. En cambio el alcohol es tan caro o más que en Europa. Y esta parece ser la tónica general en el país.
El domingo fuimos a visitar la Catedral de Sal, una impresionante mina de sal todavía en explotación en sus niveles más bajos, y cuyos primeros niveles, ya agotados, se convirtieron en Catedral subterránea en los años 90. Lo más emocionante de la vista fue el viaje en buseta hasta el lugar.
Para un europeo, acostumbrado hace ya décadas a cinturones de seguridad en todos lados, frenos ABS, ventanas cerradas por aire acondicionado, firme relativamente correcto... aquí, los buses vibran como si fuesen a despegar del suelo, y de hecho, en algunos baches llegan a despegar. No hay cinturones, admiten a más pasajeros que asientos y conducen si frenos; así, incluso en al autopista pitan a los coches que cambian de carriel a 100m para avisarles de que llegan. No es extraño que en vías de dos carriles, circulen tres buses en paralelo durante los adelantamientos. Toda una experiencia, vamos. Y sin embargo los pasajeros ni se inmutan por los frenazos o las curvas cerradas, se respira una sensación de tranquilidad, de seguridad. Probablemente conducir aquí requiera más concentración y esfuerzo físico que en el mundo desarrollado.
Después de la visita, aprovechando que en Bogotá se celebra ahora el Festival Internacional de Teatro, fuimos Isa, Dan, Rocío y yo a ver un espectáculo argentino, Tango de Burdel, Salón y Calle, dirigido por Julio Bocca y que repasa la historia del tango. En mi lista de buenos propósitos para 2010, aun inédita, ya hay una línea para tomar clases de tango.
Terminamos la noche en un sitio llamado La Puerta Grande, un sitio de tapas español, bien ambientado y en el que los posavasos eran fotos de Fernan-Gómez, Alaska, Rosario o Rodríguez de la Fuente. En línea con mi anterior comentario sobre el precio de las bebidas, aquí tuvimos el placer de pagar 200.000 pesos colombianos por dos botellas de Beronia (unos $100).
Hoy paseo tranquilo por todo el centro (barrio de la Candelaria), incluido el palacio de Nariño, donde Rajoy estuvo de visita oficial al presidente saliente Uribe hace solo un par de días. Y mañana despegamos hacia Santa Marta, en la costa caribeña del país. Seguiremos informando. O no.