Ante cada reto, los seres humanos nos vemos obligados a reinventarnos, usar combinar nuevas y antiguas artimañas para superarlos, a dar un poco más de nosotros mismos, empujando quizás los límites un poco más allá de lo familiar, para ampliar nuestra zona de confort. Y así vamos creciendo.
He hecho muchas cosas, que algunos creen grandes, admiran. Pero yo me siento cómodo, estoy en una zona de confort yendo a estudiar a Francia, cambiando de trabajo cada dos años, volviendo a estudiar en NYC, y cambiando de trabajo de nuevo. Londres es quizás lo que más me esté costando. Pero sigue siendo una nimiedad con respecto a los esfuerzos y las barreras personales y ambientales que rompen por ejemplo quienes menciono en mi post anterior (escrito ayer, en plena procrastinación, pero programado para su publicación hoy, a la salida de mi examen).
Por ejemplo, acabo de llegar a casa después de tomar algo con amiguetes en varias tandas (Kamal, Dorothee y Vasileios, primero, compañeros de trabajo; luego Mario e Indra, ex compañeros de SIPA de visita en Londres y finalmente con Arnaud, compañero de piso). Uno de los motivos es que hoy he aprobado el último examen de la FSA y ya tengo licencia.
Licencia para matar el sistema financiero global, licencia para provocar crisis mundiales y para conseguir, que por primera vez en los últimos 20 años, el índice de pobreza en el mundo aumente, para que el número de muertos por malnutrición aumente tras un cuarto de siglo de constante disminución (datos cuantitativos de fuente incierta y fiablidad quasi-nula).
Bien, pues en este examen, como en muchos de los que hice en SIPA y en parte de las cosas que hago de forma cotidiana (no necesariamente en el trabajo, si no también a nivel doméstico o en la esfera social), siento que llego a límites inexplorados, alcanzo cotas inusitadas, y juego con el peligro de acercarme al extremo de lo conocido, al confín de lo razonable. Sí, como los que he mencionado antes, pero por el otro lado: POR EL EXTREMO INFERIOR.
He aprobado el examen estudiando lo menos posible. Solo hoy por la mañana realmente (y una hora o dos ayer domingo por la tarde). He ido al examen sin la más mínima garantía de aprobar, habiendo leído una vez los apuntes (ni siquiera el libro) y sin haber practicado exámenes. Y he aprobado, seguramente por la mínima (nota exacta mañana). ¡Mínimo esfuerzo, máximo rendimiento! Aprobé, sí; pero probablemente no aprendí unas cuantas cosas interesantes. Lo mismo me pasó en SIPA (claro, si uno quiere descubrir NYC, hay que encontrar compromisos)...
Compromisos. El caso es que con la edad (digamos, la experiencia) me doy cuenta de que soy bueno en unas cuantas cosas, pero no soy excepcional en nada... y quizás eso es un error, es más complicado realizarse trabajando una suma de cosas que concentrándose en una sola. Probablemente porque es más difícil de valorar. A partir de ahora quizás debería concentrarme sólo a trabajar, o a escribir en el blog, o a aprender idiomas, o a dar la vuelta al mundo... mi problema es el de siempre: elegir. Y mientras no lo haga, seguiré haciendo de todo para no hacer casi nada, y siendo condescendiente conmigo mismo.