domingo, 29 de noviembre de 2009

Las 7 diferencias (II): de square en square y tiro porque me toca

Distinta ciudad, diferente arquitectura urbana. Londres es una ciudad muy baja pero muy extensa. Inmensa, con calles estrechas (no existen grandes ejes de circulación), casas bajas y muchos jardines.

Una de las cosas que más me ha llamado la atención en esta City es que hay jardines y verde por todas partes. Lo cual no deja de ser algo anacrónico visto el tiempo que hace por aquí y lo poco dados que son los británicos a las actividades outdoor o a socializar en la calle.

Es un modelo completamente opuesto al NYC, donde existe una isla verde en medio de un océano gris - Central Park. Un remanso de paz en el corazón de la jungla de asfalto, en lo más tupido del bosque de sequoias de acero, cemento y cristal. Una evasión que dura los minutos del almuerzo, la hora de carrera por el parque o el día de paseo y picnic. Una evasión que se busca, que se persigue y se anhela. Pero al fin y al cabo una evasión: un desgarrón en continuo espacio-tiempo neoyorquino.

Y es que en Londres se atraviesan plazas con jardines y parques (con forma cuadrada o circular, squares or circuses) en todo momento: de camino al metro por la mañana, al supermercado el sábado, o a tomar una cerveza por la noche. Multitud de pequeños paréntesis naturales que se funden con la ciudad, con el egocéntrico y caprichoso urbanismo imperial anglosajón. No son cuerpos ajenos a ella sino espacios familiares, parte integrante del todo, de la cotidianidad de la ciudad.

En efecto, a pesar a mi situación ciertamente privilegiada en NYC (casi en la esquina Noroeste de Central Park, enfrente de Morningside Park y a tres manzanas de Riverside Park), me resulta curioso y agradable que cualquiera que sea la dirección que tome al salir de mi casa, paso siempre por alguno de estos jardines públicos o comunales:
- Por la ventana de mi casa, orientada al rara vez cálido y ocasionalmente soleado Sur, veo permanentemente el jardín comunal de Lloyd Square;
- Hacia el Oeste, de camino al metro de King's Cross, paso todos los días por Percy Circus (en otra ocasión contaré una curiosa historia acerca de esta plaza, la única circular de los alrededores);
- Cuando voy con Arnaud a hacer las compras al Sainsbury's del barrio o al más selecto Waitrose - ambos al Norte de casa, cerca de Upper Street - pasamos por Claremont Square;
- Las raras veces que voy a correr por los canales, en dirección Este, hacia a Victoria Park, atravieso Myddleton Square;
- Y en la ocasiones especiales o los pequeños homenajes que me doy en Exmouth Market, paso por Wilmington Square, al Sur de Lloyd Square.


Ver Lloyd Square en un mapa más grande

Nota: Los puntos azules son los squares que menciono en el texto, úsese la vista "Satalite" para observar la superficie verde.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Original Soundtrack (7): The Empire State of Mind

El estado de Nueva York es también conocido como el Empire State; según las malas lenguas (wikipedia) este apodo viene de un comentario de George Washington acerca de la centralidad de New York en el imperio (estadounidense?).
Así pues, esta denominación se ha convertido en el lema del estado y está inscrito en todas las matrículas de los coches. También ha dado nombre a uno de los más famosos rascacielos del mundo, el Empire State Building, sito en la 34th Street con 5th Ave y durante 40 años el edificio más alto del mundo.

En la celebración de un concierto benéfico el 11 de septiembre de 2009, en el Madison Square Garden, el cantante de hip hop Jay-Z y la estrella del Rythm & Blues Alicia Keys, estrenaron esta canción, The Empire State of Mind, en un juego de palabras difícilmente traducible que hace alusión a un estado mental particular cuando se está en el Empire State.

Con una enrevesada y pasional letra, describe de forma indolente, a ratos crítica, el alma de la ciudad. Su estribillo reza así:

New York!!!!
Concrete jungle where dreams are made of,
There's nothing you can’t do,
Now you're in New York!!!
These streets will make you feel brand new,
the lights will inspire you,
Let's hear it for New York, New York, New York

El video oficial, con imágenes de la ciudad, se puede ver aquí (incluso una versión con subtítulos en español, de peor calidad y mal traducida). Sin embargo dejo aquí la versión en directo del 22 de noviembre de 2009 (fresquita, de hace sólo una semana) grabada durante los American Music Awards:


Siento que esta sección todavía verse exclusivamente sobre NYC, pero es que aun debo de tener el Empire State of Mind. Prometo hacer un esfuerzo en la próxima entrada.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Disquisiciones con mi BlackBerry: la globalizacion estupida a 11.000 metros

Despues de las cremas antiarrugas, otro de los objetos de esta estupida globalizacion es el menda lerenda. Aunque en este caso, mi condicion de ser bastante humano y un relativo libre albedrio, me hacen tambien sujeto de esta supina estulticia: actor y director, juez y parte. Y ademas, desde esta tribuna, siempre espectador y ciudadano (toma ya).

Estoy escribiendo esto en mi blackberry, sentado en el asiento 19 Alfa de un 737 en el que hay cobertura GSM. Si tuviese ganas y dinero, podria poner esta entrada online desde 34.000 pies de altura.

Voy camino de Santander para una boda otoñal (notese el eufemismo estacional). Y ese es el tercer viaje que hago a Espana en menos de una semana: lunes en Madrid, reunion y mudanza; martes en Londres, comite de riesgos; miercoles y jueves en Barcelona, EMART; viernes de vuelta en EDFT; y ahora fin de semana nupcial en Santander. Seis vuelos y 9.000 km en una semana. Despertadores sonando a las 4h30, pocas horas de suenyo y aun menos horas de trabajo efectivo. Pero a las personas humanas aun nos gusta vernos las caras en esta alde global.

Cierto que esta semana ha sido fuera de lo comun. Pero desde que he llegado a Londres he tirado unas cuantas millas: a ojo, una vuelta y media al mundo (unos 60.000 km) en cuatro meses y medio (exactamente 114 dias). Los detalles mas tarde en otro post, porque acabo de decidir que quiero darme el placer de colgar una entrada en Manel & The City a 11.000 metros sobre la Bretana francesa. Maldita maravillosa tecnologia. Estupida globalizacion. Y cuan geek puedo llegar a ser.

Vuelta y media al mundo en cuatro meses y medio. Si los numeros no me fallan, voy casi tan rapido como Phileas Fogg (lleva dos g?), pero aun mas lejos. En adelante llamadme Willy.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Discretización arbitraria o de la ineficiente gestión británica de la luz solar

Discretizción, digitalización o conversión analógica-digital es, de forma poco rigurosa, el proceso de conversión de una magnitud, variable o señal de naturaleza continua en otra que adopta valores discretos.

Por ejemplo la altura de una persona o el tiempo entre dos instantes son siempre magnitudes continuas, mientras que la población de Francia o el parque automovilístico español son variables discretas, que además sólo pueden adoptar valores enteros.

Si adoptamos una postura kantiana, tomando como referencia los niveles de precisión de la percepción humana, podemos afirmar que la naturaleza presenta casi exclusivamente magnitudes continuas. Quede constancia de que esta afirmación no es plenamente satisfactoria, puesto que si descendemos al nivel atómico, hay evidencias de lo que ya intuyeron Demócrito y los atomistas en la antigua Grecia: todo en esencia es discreto.

Y sin embargo las magnitudes continuas con las que convivimos son intrínsecamente inconmensurables, y en nuestra inmensa sabiduría tendemos a simplificarlas (conversión, discretización). Ejemplo: cuando nos preguntan la edad decimos el número de años, pero raramente añadimos los meses, y nunca hacemos mención de días, horas, minutos, etc... En este caso estamos discretizando una magnitud continua para que su manejo sea más sencillo, al tiempo que intentamos minimizar la pérdida de información relevante, uno de los inconvenientes de este proceso (no es lo mismo decir que la chica nueva de la oficina mide "un metro y pico" que "un metro setenta y pico").

Esto mismo es lo que hacen todos los ordenadores y demás menaje del hogar, ya que sus microprocesadores sólo entienden y manejan magnitudes discretas.

Todo esto viene al caso de un molesto fenómeno de discretización que se lleva especialmente mal en el Reino Unido: la gestión de las horas de luz del día.

No vamos a discutir la comúnmente aceptada - pero no por ello menos arbitraria - división del día en 24 horas. Hasta aquí no hay discretización gracias a las existencia de unidades inferiores: horas, minutos, segundos, milisegundos, microsegundos, etc... Sin embargo la primera etapa de discretización llega al trazar 24 rayitas sobre el planeta Tierra que se han dado en llamar Meridianos y que definen los husos horarios y, en la mayoría de los casos, también los usos horarios.
En ese preciso instante, se decide que para un señora de Cádiz, va a ser la misma hora que para una señor de Barcelona, estando cada uno en un extremo del huso horario, habrá casi una diferencia de una hora en su ciclo solar: uséase, para el vecino de la ciudad condal amanecerá casi una hora antes que para nuestra amiga andaluza.

Si añadimos la discretización que la unidad política e histórica de Europa impone, asistimos a un fenómeno extraño: Santiago de Compostela y Belgrado comparten huso horario, pese a estar separados por más de dos "horas solares".

Todo esto no representa mayor problema si la gente esta contenta. Y convenimos que es difícil aunar descontentos por la hora: generalmente nos preocupamos por los impuestos, el salario mínimo, el paro, la sanidad pública, etc., mientras que la hora que marque el reloj al levantarnos por la mañana nos es inverosímil, como diría aquel. Se trata de una constante de de trabajo que no nos molestamos en discutir.

Algunas naciones, en ejercicio de su soberanía, y aunque con dudoso acierto, desafían al convertidor analógico-digital en estos asuntos: La francesa Oficina Internacional de la Hora, ahora dependiente de la Oficina Internacional de Pesos y Medidas, fija el tiempo universal coordinado (UTC, véase aquí el reloj mundial oficial) y coordina la "digitalización" de la magnitud temporal en el planeta Tierra.

El último ejemplo de esto es la Venezuela de Hugo Chávez, que en 2008 abandonó la granularidad de la discretización horaria, y retrasó los relojes media hora, cambiando su refrencia husual al meridiano que pasa por el centro del país. Que nadie piense que Chávez es un original, puesto que países del Eje del Bien ya habían tomado medidas parecidas antes: Estados Unidos -con Hawai-, Canadá -con sus islas en la costa Este-, Nueva Zelanda o Australia mantienen horas fraccionales con respecto a la UTC (refiéranse amigitos, al mapa que hemos colocado unos párrafos más arriba).


Pues bien, pese a lo que pueda parecer, esta larga disquisición no es totalmente gratuita. Viene precisamente al caso por mi reciente constatación de un hecho gravísimo que el cambio de hora de hace un par de semanas no hace sino amplificar. Analícese la siguiente imagen.
Nótese que, a día de hoy, el sol sale hacia las 7h y se pone alrededor de las 16h20.
Si reflexionamos un poco sobre el alcance de estos datos, convendremos que esto es una auténtica barbaridad. Barbaridad con mayúscula (y no por estar detrás de un punto y seguido).
Máxime si consideramos que aun queda un mes y medio de reducción de luz solar; con lo cual, el sol puede acabar poniéndose a las 15h15, cuando ni siquiera ha empezado aun la larga sección de deportes del Telediario.

Y yo me pregunto ¿a quién le importa que el sol salga cuando se está aun en la cama o en la ducha?¿y quién en su sano juicio soporta tener que ver el final del Telediario del mediodía con luz artificial? Por no hablar de tener que usar gafas de visión nocturna al salir de la oficina.

Creo que como ciudadano, como miembro de respetable dimensión (en el seno de la comunidad, quiero decir), es mi deber impedir que este atentado a la lógica y al biorritmo mundial se produzca: el Reino Unido, en su penoso, castrador y ya habitual autismo europeo, ha decidido tener su propia hora al margen de Europa. Véase de nuevo en el mapita que UK está en la misma zona horaria que España y la mayor parte de Francia y sin embargo, estos tíos insisten en tener una hora menos. El efecto inmediato es, como ya hemos demostrado, que el sol se pone a una hora ridículamente temprana, agriando el buen carácter que por naturaleza tienen los británicos, haciendo más plomizo el gris plomizo del cielo, menos llevadera la lluvia y más deprimente, depresiva, teleadicta y alcohólica la sociedad en general.

Por ello, apelo a la Declaración de Derechos Humanos, y a las Naciones Unidas y la Corte Penal Internacional en tanto que garantes de la misma, para que se termine con esta soberana injusticia que viola el derecho fundamental a salir del trabajo con una sonrisa en la cara y a disfrutar de las dosis de melanina necesarias para el correcto funcionamiento del organismo; por la presente entrada, declaro fundada la plataforma por el cambio de hora en el Reino Unido, por una mejor calidad de vida y el buen humor de sus ciudadanos.

Y ahora, después de un post tan largo y reivindicativo y como hace sol, me voy a dar una vuelta en bici por Primrose Hill. Como siempre, un saludo a los que hayan conseguido leer hasta el final.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Amsterdam: I will be back

Hasta la semana pasada, hacía más de 15 años que no había estado en Amsterdam. Tuve que ir por una conferencia/cursito sobre Cross-commodity trading, organizada por Energyforum.
Era uno de esos eventos en los que en realidad sólo valen realmente la pena un par de ponencias, y sobre todo sirve para ver y ser visto. Algo así como el baile de la Cruz Roja o las fiestas de Jesús Gil en el mundo de la farándula.

El caso es que pasé dos días en esta ciudad, uno de los más grandes puertos de Europa (junto con Rotterdam y Amberes forma el sistema ARA, puerta principal de entrada de materias primas en el continente y donde EDF Trading posee varias terminales de descarga de carbón).

Extraña rutina la de estos dos días de conferencia que sólo me ha permitido retener una imagen de la ciudad: hechizado por la vista desde mi habitación, observaba el cambio de luz, el ir y venir de las bagarras en esta parte del puerto. Desde las alturas del piso 19 del Mövenpick del centro, se puede observar el ajetreado tráfico del puerto al atardecer con BBC World dando el tiempo de fondo:
O escuchar por la mañana, antes de bajar al desayuno, los trenes entrar y salir de la Estación Amsterdam Centraal, auténtico dique de contención arquitectónico que separa la ciudad del puerto para mayor disfrute de los pequeños canales y mantenernos ignorantes del verdadero tráfico del puerto:
Un par de paseos, la animada noche en el cosmopolita y artificial Barrio Rojo, donde desaparece el rigor y formalidad del norte que impregna el resto de los ambientes. La sorprendente y divertida cantidad de bicis en la siempre lluviosa capital, los rutinariamente omnipresentes canales (auténticas vías de comunicación en esta Venecia del Norte), y un breve reencuentro con Leehe y Roy, excompis de SIPA y futuros anfitriones, fueron suficiente para decidir que voy a volver.

A sólo una hora y cuarto en avión. Otra ciudad que descubrir. El trabajo se acumula.